Agua, un recurso compartido con la esperanza de un futuro sostenible
En un mundo donde el agua limpia y segura se vuelve un recurso escaso y comienza a ser disputado, las tensiones adquieren una relevancia crítica que nos invita a reflexionar sobre la importancia de este recurso vital.
Este año, el tema en torno al cual se alberga la celebración del 22 de marzo Día Mundial del Agua, plantea que el agua puede crear paz tanto como desencadenar conflictos.
Alrededor de 2200 millones de personas en el mundo todavía carecen de acceso al agua potable gestionada de forma segura, y cerca de la mitad de la población mundial sufre una escasez grave de agua durante al menos una parte del año.
Esto resuena especialmente cuando ya son más de 3000 millones de personas en el mundo que dependen del agua que atraviesa fronteras internacionales mientras que sólo 24 países en todo el mundo tienen acuerdos de cooperación sobre este recurso compartido.
Las aguas transfronterizas representan el cerca del 60% de los flujos de agua dulce a nivel mundial.
Cuando el agua escasea o está contaminada, así como cuando las personas tienen un acceso desigual al recurso, las tensiones aumentan y los desafíos no distinguen fronteras políticas.
La salud pública, los sistemas alimentarios y energéticos, así como la integridad de los recursos naturales dependen de una gestión equitativa y responsable del ciclo del agua.
Siendo un recurso que se aprovecha y por el que se compite, es necesario utilizar el agua en favor de la paz para promover un futuro más estable y próspero.
Es tiempo de reconocer que la cooperación respecto a la gestión del agua es fundamental para asegurar un mundo donde el agua sea un vehículo de paz.
El agua es un recurso compartido y finito que puede ser el puente hacia un futuro sostenible y equitativo.
Cooperar en la gestión de los recursos hídricos puede generar prosperidad y promover la armonía, fomentar la resiliencia y tener un efecto positivo a largo plazo para todos los habitantes del planeta.
